Cuando escuchamos casos de maltrato infantil, negligencia o abandono enseguida aparece mencionado “trabajador social” al lado de la noticia puesto que son casos donde siempre se requiere de nuestra labor profesional al igual que en centros de menores o también en casos de adopción. A modo general, intervenimos directamente con un menor cuando este se encuentra desprotegido o desamparado por sus cuidadores principales o en riesgo de exclusión social. Pero yo me pregunto: ¿podemos impulsar un cambio social empezando desde edades tempranas?
Actualmente, me encuentro estudiando el ciclo formativo de educación infantil y en varias ocasiones se ha mencionado la figura del trabajador social para casos como los que he citado anteriormente ,pero también para intervenir con familias cuando el equipo de atención temprana hace una valoración del desarrollo del niño o niña en el aula infantil o por cualquier necesidad detectada en cuanto a la situación sociofamiliar del menor.
El reflejo de una sociedad empieza por los niños y niñas que van formando parte de la misma a medida que van creciendo y aprendiendo de su entorno, de la escuela y de la familia; conocidos también como agentes socializadores.
El contexto más inmediato donde los niños y niñas aprenden a formar parte de la sociedad es en la escuela, donde surgen las primeras relaciones sociales con su grupo de iguales. Es por ello, que considero fundamental transmitir valores de solidaridad, tolerancia, respeto, aceptación, convivencia, igualdad, desde las primeras etapas educativas como representa la educación infantil. Esta misión será principalmente encomendada a los educadores o educadoras, maestros/as que colaborarán con las familias para que se siga trabajando en casa.
L@s trabajadores/as sociales en el sector educativo se encargan de hacer puente entre el ámbito escolar, el familiar y el social atendiendo a las necesidades sociales que se detecten desde las aulas infantiles, de primaria o secundaria.
Con respeto al alumnado, estas serían algunas de las funciones que llevaríamos a cabo;
- Detectar situaciones de riesgo que pueda estar viviendo el menor: malos tratos, deficiencias alimentarias, desajustes emocionales, etc.
- Atender y coordinar a los equipos de salud mental infanto-juvenil.
- Comunicar al equipo educativo el diagnóstico social del alumno.
- Proporcionar al centro información necesaria de la situación socio-familiar de los alumnos.
- Atender y resolver situaciones individuales: absentismo, bajo rendimiento, problemas de comunicación y relación.
- Orientar a las familias sobre recursos como el equipo de atención temprana o cualquier ayuda técnica que posibilite el mantenimiento del bienestar del niño/a.
Con respecto a las familias, es importante promover su participación con el centro así como colaborar en programas formativos dirigidos a las mismas.
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